Valentinne, de 9 años, de Bolivia, relata: “Empecé a trabajar el año pasado cuando mi escuela cerró debido al COVID-19”, mientras se para en frente de su escuela con un cuaderno en blanco.
La pandemia le ha dado un vuelco a su vida obligándola a abandonar la escuela.
Sin dispositivos digitales adecuados y acceso a internet en casa, no pudo continuar sus estudios de forma remota. Ahora vende pañuelos en la calle.
Necesitamos que los estudiantes regresen a las aulas lo antes posible.
Entre más esperamos, menor es la probabilidad de que regresen y mayor el riesgo de que sean víctimas de trabajo infantil, embarazo precoz, violencia y abuso.
Mientras los gobiernos trabajan para reabrir las escuelas, es fundamental que las niñas y los niños sigan aprendiendo y que nadie se quede atrás.