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A María Reina tuvieron que practicarle una cesárea de urgencia en el Gregorio Marañón en la semana 31 de gestación.

Empezó con cansancio y un poco de tos. Luego llegó la fiebre. En el centro de salud de Madrid le dijeron que se quedara en casa. Al día siguiente ya no podía respirar bien y le costaba hablar. Su médica de primaria le pidió que se fuera a Urgencias. Era 17 de agosto. En el hospital Gregorio Marañon, una placa, un diagnóstico de neumonía bilateral y el ingreso. Coronavirus. Veinticuatro horas después, la UCI. Y 48 más tarde, una cesárea de urgencia. María Reina estaba embarazada de 31 semanas. En esos pocos días, el miedo y la incertidumbre se colaban por todas partes. Ahora, ya fuera de críticos y con Valeria cogiendo peso en la UCI neonatal, esta mujer de 34 años tiene clarísimo el mensaje a otras embarazadas: un sí rotundo a la vacunación. “Que no lo duden, es mucho más lo que ganas con la vacuna que lo que podrías llegar a perder si te enfermas de covid. Hay que hacerlo”.

Este imperativo de Reina no hace tanto que lo es. La primera recomendación llego en mayo, por parte del Ministerio de Sanidad. La más categórica fue a finales de julio, cuando especialistas de ginecología y obstetricia de varios grandes hospitales españoles alertaron de una rápida subida en los ingresos en la UCI y de la muerte de al menos tres gestantes en el mes anterior. Desde entonces, la petición de los médicos es insistente: deben ser inmunizadas, lo avalan los estudios realizados hasta ahora.

Ya en abril, el estudio internacional Intercovid coordinado por la Universidad de Oxford con un centenar de investigadores de 43 hospitales de 18 países y 2.100 embarazada, cifro en un 50% el riesgo de complicaciones durante el embarazo para las madres y los bebés, más de lo que se había registrado al inicio de la pandemia. Virginia Ortega, ginecóloga del Marañón, alude también a los resultados preliminares del registro epidemiológico hecho en Estados Unidos con 36.000 mujeres inmunizadas con dosis de ARN mensajero, Pfizer y Moderna: “Los efectos secundarios son prácticamente iguales que los observados en mujeres de la misma edad no embarazadas. Las consecuencias de no vacunarse son mucho mayores que las de vacunarse”.

El riesgo de no recibir el pinchazo

Frente a ello, los datos de no recibir el suero contra la covid. Entre los 30 y los 39 años, el riesgo de ingreso en la UCI para una embarazada es del 2%, 10 veces más que otra mujer de esa edad. Es la cifra que dio hace dos semanas en una entrevista en este diario Oscar Martínez, ginecólogo del Puerta de Hierro e investigador principal de ObsCOVID, el registro financiado por el Instituto de Salud Carlos III compuesto por una red de 86 grandes hospitales para medir el impacto de la pandemia entre las mujeres embarazadas. La ginecóloga Ortega explica que a la propia inmunología del embarazo hay que sumar, si se padecen, otros factores “como diabetes, hipertensión u obesidad, es clarísimo que el riesgo es bastante alto”.

Y no solo de que empeore el cuadro clínico de la infección. También, dentro de esa gravedad, de necesitar ventilación mecánica e, incluso, de muerte. Los datos hasta ahora de ObsCOVID estiman que el riesgo de fallecimiento asciende a tres por 1.000. “Son magnitudes muy importantes, algo menores en el tramo de edad de 20 a 29 años. Pero en España muchos embarazos se producen bien entrada la treintena”, ahondó Martínez en aquella entrevista.

En este gran hospital madrileño, como en el resto de hospitales españoles, han visto cómo la quinta ola provocaba un numero de ingresos de gestantes mucho mas elevado que en el resto de etapas de la pandemia. No hay una cifra oficial por centros ni todos la ofrecen. El Marañón da la suya: “En los meses de julio y agosto, hemos tenido 8 embarazadas ingresadas en UCI con covid”. Marta Jover, una de las enfermeras de UCI que trató a Reina y a Valeria, rememora el incremento que han visto durante el verano: “Hemos llegado a tener cuatro o cinco a la vez”.

Noelia González, neonatóloga del centro, suma las cesáreas: “En esta última ola hemos tenido un montón de casos de cesáreas con edades estacionales más inferiores, que son de mucho más riesgo y que han necesitado ingreso en UCI. La evolución de todos ha ido bien, pero con las complicaciones que tiene nacer incluso a veces por debajo de la semana 28”.

Las embarazadas tienen una doble preocupación, casi todas más por el bebe que por ellas mismas

Más circunstancias que hay que sumar a las complicaciones que ya supone el coronavirus. “Hay que añadir riesgos de la gestación como son la prematuridad. Nos hemos visto obligados a finalizar de forma prematura muchos de estos embarazos, dado el estado grave de la paciente y la inestabilidad respiratoria”, detalla la ginecóloga. La repercusión no es solo para la paciente, también para las familias. “Muchas de ellas, como están intubadas, no saben lo que están pasando, pero sí sus familiares”, dice.

A otras, conscientes, tienen que comunicarles que hay que acabar la gestación porque si no, sería peor para ellas y para el bebé: “Para ellas el impacto es importante, ellas contaban con que iban a llegar al final del embarazo, con que iban a poder estar con sus niños, con su pareja. Y en estas cesáreas [por la situación pandémica] están solas, encajar eso es complicado”. El componente emocional, añade Jover, la enfermera de críticos, “es muy grande” y también “les afecta físicamente”. “Vienen con miedo. Ya solo entrar en UCI por covid es estresante. Y las embarazadas tienen una doble preocupación, casi todas más por el bebe que por ellas mismas”.

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By dayra

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