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evergrande inmobiliaria china

Un gigante al borde del colapso que ha remecido a los mercados bursátiles y ha encendido las alarmas ante un posible “efecto contagio” de la crisis al resto de la economía china y al sistema financiero internacional.

Evergrande, que maneja 1.300 desarrollos inmobiliarios en 280 ciudades del país, tiene en vilo a sus acreedores -dentro y fuera de China-, a sus proveedores, a sus empleados y a las miles de familias que invirtieron sus ahorros en la compra de viviendas y ahora temen quedar arruinados.

La autoridad de la vivienda china notificó la semana pasada a los principales bancos del país que Evergrande Group, la empresa inmobiliaria más grande del país y la más endeudada del mundo no podrá pagar los intereses de un préstamo que vencía hace dos días, el 20 de septiembre.

La deuda total de la compañía es elevadísima, de casi 300.000 millones de euros. La apurada situación de este gigante ha creado un pánico generalizado en los mercados financieros globales, que temen que la caída de Evergrande aboque a una desaceleración económica global. Las principales Bolsas de valores del mundo bajaron al unísono durante esta semana ante el temor de impago.

El sector inmobiliario en China es el más importante del país, aporta aproximadamente un 15% del PIB, por lo que algunos analistas creen que la quiebra de Evergrande podría arrastrar a toda la economía como sucedió en 2008 con Lehman Brothers. A principios de septiembre, la agencia de calificación crediticia Fitch rebajó la valoración de Evergrande y sus filiales al nivel muy alto de riesgo de impago. La empresa debe pagar este jueves intereses por valor de 84 millones de dólares, más otros 47 millones la próxima semana.

Las probabilidades de incumplir son altas ya que anda muy escasa de liquidez, las ventas se han reducido sensiblemente y no está liquidando activos al ritmo adecuado. Su quiebra desordenada puede ocasionar un desajuste importante. La empresa emplea a 200.000 personas de forma directa y a otros tanto de forma indirecta. Todo se lo debe a la burbuja inmobiliaria china de los últimos años.

Su negocio consistía en obtener crédito para construir grandes proyectos inmobiliarios que vendía sobre plano o en obras. Ese dinero lo invertían en nuevas construcciones. Su declive empezó el año pasado, cuando el Gobierno chino promulgó una nueva regulación para evitar el sobre endeudamiento de las empresas del sector inmobiliario chino, cuya deuda asciende a los cinco billones de dólares. El Gobierno de Xi Jinping está determinado a limpiar de mala deuda la economía. Hace un mes obligó a varias empresas estatales a rescatar a la gestora de activos Huarong. Es muy posible que Evergrande corra la misma suerte.

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