6.000 son los desplazados en la isla de La Palma, en el archipiélago español de Canarias, mientras las coladas de lava se acercan cada vez más a la costa.
Aunque no ha dejado ninguna víctima, esta erupción, la primera desde 1971 en esta isla de casi 85.000 habitantes, ha causado daños importantes: las ardientes coladas ya han destruido un centenar de viviendas, además de causar numerosos destrozos materiales y naturales.
Las impresionantes columnas grises y naranjas de lava van descendiendo lentamente del volcán arrasando con los árboles, carreteras y viviendas que encuentran a su paso, según las imágenes que publican autoridades y vecinos.
Por ahora, el volcán ha destruido 166 construcciones y el magma cubre 103 hectáreas de La Palma, según el sistema europeo de observación espacial Copernicus.

Este contacto tensiona a los especialistas por su peligrosidad potencial, ya que puede generar explosiones, olas de agua hirviendo o nubes tóxicas, según la página del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
El gobierno regional de Canarias ha pedido a los curiosos que no se acerquen a la zona y ha decretado un “radio de exclusión de 2 millas náuticas” alrededor de donde se espera que desemboquen las coladas de lava.
El volcán expulsa columnas de humo que alcanzan centenares de metros de altura y entre 8.000 y 10.500 toneladas de dióxido de azufre por día. Pese a ello, el espacio aéreo de la isla no ha sido cerrado.
El gestor español de aeropuertos Aena anunció el martes por la mañana que todos los vuelos previstos para el lunes en el aeropuerto de La Palma lograron operar, y otros 48 estaban programados para el martes.
El Cumbre Vieja estaba bajo alta vigilancia desde hacía una semana debido a una intensa actividad sísmica y según la erupción podría durar “varias semanas o algunos meses”.